martes, 1 de septiembre de 2015

SACCOMANNO Y LO COTIDIANO



  El mundo que rodea la prosa de Guillermo Saccomanno se palpa en los lugares donde volcamos nuestros hábitos y costumbres: internet, bares, calle, trabajo, casa. Tanto en los foros de internet, ese ágora democrático donde cada cual dice lo que tiene ganas y en donde se llega a desearle hasta la muerte al prójimo, como también charlando con el vecino en la calle o escuchando desinteresadamente un diálogo ajeno. Aun allí donde no está explícito, donde hace falta ir más allá de lo visible, penetrar accediendo al plano subyacente de las cosas más cotidianas, se hallan huellas de situaciones y sentimientos que destila el escritor que vive en Villa Gesell y ocasionalmente en Retiro.

En cierto modo Guillermo Saccomanno plantea una metafísica de lo cotidiano. El cantautor e historiador Gabo Ferro alguna vez obsequió una excelsa oración en una entrevista para la revista Inrockuptibles “hay que entenderlo de una vez, la verdadera fantasía está en el cotidiano, las tazas son planetas en las alacenas”. Saccomanno es oscuro, violento, dramático, pesimista. Sí, hay engaños, parricidios, asesinatos, infidelidades, miserias, desdichas, hay todo eso en sus escritos y mucho más. Quizá se le pueda atribuir un exceso de violencia y agresividad que tiendan a exagerarlo un poco todo. Pero acaso, ¿no están estos elementos en la realidad diaria? ¿Acaso no caminamos y vemos personas durmiendo en las calles? ¿No oímos a periodistas y conductores vomitar noticias de muerte en los medios con la misma ligereza que quien relata un suceso absolutamente natural, sin extrañeza? ¿No nos enteramos aun sin quererlo de aberrantes vejaciones que hombres que viven en nuestro barrio pergeñan?

Hay en lo cotidiano una combinación entre permanencia y novedad. Quizás en esa cruza esté su atracción, esa ósmosis entre Heráclito y Parménides abre juego a la libertad que es máxima en el momento de la contemplación donde todavía no hay conocimiento. ¿Qué es la vida de un hombre más allá de la contemplación? Esta actividad nos centra en un ego y al mismo tiempo nos conmueve con la belleza y nos devela con lo incierto, infinito e inefable. Nos provee de dónde agarrarnos, nos salvaguarda de morir a cada instante. Y ya lo decía Baruch Spinoza: “los hombres libres no piensan en la muerte”.

Saccomanno predica el menos es más como política de restricción. Y no resulta casual que éste sea también el leitmotiv de la cotidianeidad. Pero ese menos no es desatención ni baja intensidad; ni desgano ni flojera. Es una lucha contra el marasmo de novedades, es un instante de reflexión, una fotografía de lo frecuente y un incesante descubrimiento a cuentagotas. Es, como dice en alguna de las páginas de Cámara Gesell: aprender del silencio que siempre está escuchándote.

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