jueves, 20 de agosto de 2015

RADIOGRAFIA DE UN ARTISTA


            Así como no hay una base razonable y verificable en este mundo acerca de las cosas más elementales, me refiero a las preguntas que Immanuel Kant apuntalaba como básicas: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar?; que se resumen en ¿Qué es el hombre?; ante la evidente desolación que produce el hecho de ser seres eyectados en el mundo; uno se ampara (dentro de lo que podríamos nombrar como una ficción) en ciertos artistas que de algún modo cumplen la función de dios o del padre perfecto que uno elige tener.
                 Son estos artistas los motores diarios que, repito, uno elige para afrontar el día a día, para marcar los caminos que uno debe tomar, para desarrollar un pensamiento crítico. Este mecanismo se reproduce sin fin porque todo artista tiene una necesidad de expresión, y eso es lo que lo hace artista, es decir, el poeta es un poeta cuando tiene su poesía; entonces, yo creo que lo que motiva al artista es ese deseo de expresión; que tiene un sustento estético, ético y hasta temerariamente desafío a decir metafísico ya que hay un modo de hacer las cosas; una forma de comunicarlas y un cimiento origen; esto es: un lenguaje, una postura ante el mundo y una cosmovisión (terrenal).
               Por eso Lionel Messi puede ser el mejor jugador del mundo y tener un lenguaje tan básico; Martin Heidegger el filósofo más inspirado del siglo XX y haberse relacionado con el nazismo; o el Indio Solari una ontología creada a partir de un alter ego que genera una devoción tan divina como cualquier religión. Ser artista es, filosóficamente hablando, ser. Porque el ser es quien existe y forma una identidad. Y contempla lo ente primero; para apropiárselo después. El artista se hace artista el día que decide desafiar a lo indefinible. Decía Antón Chéjov que la felicidad no existía, pero que existía el deseo de ir hacia ella. Esa frase es de cabecera para todo artista. Pero no es mandamiento, simplemente es un lenguaje-tatuaje. Debe ser él quien juegue con los sentimientos y los sentidos, sepa manipularlos y pueda ofrecerlos en la forma que crea conveniente al mundo. Y en ese hacer y entregar, estará entonces ese deseo de ir en la búsqueda de la realización como artista, que es lo mas cercano a lo que entienden por felicidad.

martes, 18 de agosto de 2015

BOLLOS DEFECTUOSOS




                Hay convencionalismos que se perpetúan en personas amasándolas para luego de unos minutos de levado tener a disposición al hombre-masa listo para entronizarse en el horno de los estándares a un fuego siempre moderado. Pero, para regocijo cristiano de la imagen y semejanza, hay bollos que escapan al canon. Los hay defectuosos, muy líquidos, de textura inadecuada, simplemente distintos, peculiares. No es casual que de estos bollos se puedan extraer geniales deducciones, teorías, habladurías, visiones, sea cual fuere la cajita semántica que mejor le plazca a la sintaxis excretora de nuestras lacerantes bocas hablantes. Entonces comienza a emerger lava del volcánico bollo marginal que es capaz de preguntarse quien puso a precalentar el horno o a que manos le debemos nuestra ontología casera.



Danos el pan nuestro de cada día           
                Resulta que cuando estos bollos defectuosos quieren husmear en la media reciben un aplazo moral en el examen mayoritario de la sociedad vernácula o bien un contundente “el horno no está para bollos”. Estos bollos no pasan la prueba de gluten según la norma establecida por los legos del estereotipo. Los bollos defectuosos que mencionaremos tienen a su favor la independencia intelectual. Pueden andar solos pero también ser amistosos y sociales, no hay porque estigmatizarlos, su marginalidad es intelectual y no social. Dice el bollo Fabián Casas las personas luchan por su esclavitud… el que siempre está representando un poder es un esclavo”. Seguramente no sea casual que este bollo haya estudiado filosofía. Pero a no confundirse, no hay que poseer facultades especiales ni estudios específicos: bendito el bollo Enrique Symns que escupe “ser objetivo es ser una mierda absoluta, es lo mismo que ser realista, es pertenecer a la orden del rey”. Otros bollos se mimetizan entre el colectivo mediático: el bollo Andy Chango es capaz de despacharse con un dictum tan certero como militante “Como puedo estar a favor o en contra de una sustancia; algo que no emite opinión”. Es el estado de pregunta, la admiración por lo que nos rodea, la desconfianza en el universal o simplemente la contemplación del devenir de las placas que salen y entran del gran horno aquella motivación que mueve a estos bollos sin escrúpulos rectores a sentar las bases de su pensamiento.

                Así como los convencionalismos operan como una dictadura impuesta por el lenguaje y la idiosincrasia del hombre que acumula y desecha según las reglas hegemónicas del orden imperante; los bollos defectuosos guían sus rumbos sapienciales generalmente poniendo la lupa en los resquicios, en las fronteras, donde ellos ven proyectarse el reflejo de sus afinidades. Su mirada aporta un gran legado para la panadería del mundo y sean o no escuchados, leídos o tenidos en cuenta, como bollos concebidos están pululando allí donde el ojo crítico busque. A fin de cuentas saben que un bollo defectuoso puede devenir en un pan duro que siempre sirve para un exquisito budín de pan.