martes, 15 de septiembre de 2015

¿ESTA BIEN QUE EL INDIO DIGA 6 7 8?


Mendoza, Argentina. Una nueva presentación del Indio Solari, es 14 de Septiembre de 2013. Los feligreses de siempre copan una ciudad y se entregan a la mixtura de devoción y religión que les genera el cantante pelado que más se tatúan los argentinos.


Suena el lógico último tema: JiJiJi. El momento pertenece a los acordes previos al legendario solo compartido de Tito Fargo y Skay Beilinson, aquel que se ganó el emblema marketinero del pogo más grande del mundo. Entonces el Indio en vez de marcar el clásico 1 2 3 suelta los tres números más polémicos de los últimos años en nuestro país: 6 7 8; para muchos los números que han venido a reemplazar al 666, el número de la Bestia o el Diablo. 


Considerando la pregunta inicial creo que el Indio puede decir lo que se le antoje. En tal caso el problema es de los seguidores. Una cosa es el artista y otra sus declaraciones. Ahora bien; ¿con que desea quedarse uno? Las opciones son: a-Con las canciones, los discos, la obra integral; b-con las declaraciones, dichos, gustos, vida privada del artista; c- con el TODO del artista. Hay que saber que en la opción C late el peligro del fundamentalismo del fanatismo donde siempre prima más nuestra mirada subjetiva (ya que el fanatismo lo pone uno). El fanático difícilmente cambie su empatía y parecer frente a un artista, del cual requiere su dosis; pero el artista es independiente del fanático.

El artista ante todo es alguien que tiene algo que decir o mostrar y que desea el reconocimiento (este deseo no implica una necesaria vanidad) No debería haber nada de malo en que se involucre políticamente (la política no es solo Cristina, Macri o la minería a cielo abierto; es mucho más que eso) En definitiva, el artista no es ajeno a la realidad del presente que acontece y que también le toca vivir.

Para otra ocasión queda el análisis de otras cuestiones polémicas que conciernen a Solari. Como por ejemplo decir que no cree en el artista militante o aducir una especie de “cábala” a las charlas exclusivas con Mario Pergolini (el magnate del rock) previas a los lanzamientos de sus discos y tras haber declarado que solo hablaría a través de su música.

martes, 1 de septiembre de 2015

SACCOMANNO Y LO COTIDIANO



  El mundo que rodea la prosa de Guillermo Saccomanno se palpa en los lugares donde volcamos nuestros hábitos y costumbres: internet, bares, calle, trabajo, casa. Tanto en los foros de internet, ese ágora democrático donde cada cual dice lo que tiene ganas y en donde se llega a desearle hasta la muerte al prójimo, como también charlando con el vecino en la calle o escuchando desinteresadamente un diálogo ajeno. Aun allí donde no está explícito, donde hace falta ir más allá de lo visible, penetrar accediendo al plano subyacente de las cosas más cotidianas, se hallan huellas de situaciones y sentimientos que destila el escritor que vive en Villa Gesell y ocasionalmente en Retiro.

En cierto modo Guillermo Saccomanno plantea una metafísica de lo cotidiano. El cantautor e historiador Gabo Ferro alguna vez obsequió una excelsa oración en una entrevista para la revista Inrockuptibles “hay que entenderlo de una vez, la verdadera fantasía está en el cotidiano, las tazas son planetas en las alacenas”. Saccomanno es oscuro, violento, dramático, pesimista. Sí, hay engaños, parricidios, asesinatos, infidelidades, miserias, desdichas, hay todo eso en sus escritos y mucho más. Quizá se le pueda atribuir un exceso de violencia y agresividad que tiendan a exagerarlo un poco todo. Pero acaso, ¿no están estos elementos en la realidad diaria? ¿Acaso no caminamos y vemos personas durmiendo en las calles? ¿No oímos a periodistas y conductores vomitar noticias de muerte en los medios con la misma ligereza que quien relata un suceso absolutamente natural, sin extrañeza? ¿No nos enteramos aun sin quererlo de aberrantes vejaciones que hombres que viven en nuestro barrio pergeñan?

Hay en lo cotidiano una combinación entre permanencia y novedad. Quizás en esa cruza esté su atracción, esa ósmosis entre Heráclito y Parménides abre juego a la libertad que es máxima en el momento de la contemplación donde todavía no hay conocimiento. ¿Qué es la vida de un hombre más allá de la contemplación? Esta actividad nos centra en un ego y al mismo tiempo nos conmueve con la belleza y nos devela con lo incierto, infinito e inefable. Nos provee de dónde agarrarnos, nos salvaguarda de morir a cada instante. Y ya lo decía Baruch Spinoza: “los hombres libres no piensan en la muerte”.

Saccomanno predica el menos es más como política de restricción. Y no resulta casual que éste sea también el leitmotiv de la cotidianeidad. Pero ese menos no es desatención ni baja intensidad; ni desgano ni flojera. Es una lucha contra el marasmo de novedades, es un instante de reflexión, una fotografía de lo frecuente y un incesante descubrimiento a cuentagotas. Es, como dice en alguna de las páginas de Cámara Gesell: aprender del silencio que siempre está escuchándote.